lunes, junio 20

¿Qué tal?

ers2011
















































Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

-Amor de Tarde, Mario Benedetti

Sed primaveral

Esta primavera florece desde tu boca, mis dedos hurgan como escobas los puntos  de incólumes tu pecho abierto. Donde enjuagan la memoria de defectos, se yerguen urgentes tus senos como imperios; egoísmos que conquistar. Cinco extremidades empuchando un peón que se alza entre todo, pixeles blancos en piel marrón. Tú sabías que llegaría en avanzadas, con los correligionarios del deseo. Con estas manos que aprietan y sacuden. Que hunden en el vórtice los recuerdos de piernas de cobre, vientres de lona y huesos quebrados como cristales. Las guerras que vencen con ojivas nucleares, con carne ensanchada y semen huérfano que arde y muere. Sabías que llegaría a barrer el recuerdo, que limpiaría las esquinas de tu espalda y tus fantasmas, sin pisar nunca los intervalos de tus costillas en donde siempre desapareces, como el último espejismo ante el que estrujo los párpados con los puños cerrados y estiro los ojos para ver que brotan pétalos de porvenir.  

Esta extraña tarde desde mi ventana

ers2011



Y nada más
Esta extraña tarde,
desde mi ventana,
trae la brisa vieja
de por la mañana.

No hay nada aquí:
sólo unos días que se aprestan a pasar,
sólo una tarde en que se puede respirar
un diminuto instante inmenso en el vivir.
Después mirar la realidad y nada más

Y nada más.

Ahora me parece
que hubiera vivido
un caudal de siglos
por viejos caminos.
-Silvio Rodríguez
(1966)