lunes, junio 20

Sed primaveral

Esta primavera florece desde tu boca, mis dedos hurgan como escobas los puntos  de incólumes tu pecho abierto. Donde enjuagan la memoria de defectos, se yerguen urgentes tus senos como imperios; egoísmos que conquistar. Cinco extremidades empuchando un peón que se alza entre todo, pixeles blancos en piel marrón. Tú sabías que llegaría en avanzadas, con los correligionarios del deseo. Con estas manos que aprietan y sacuden. Que hunden en el vórtice los recuerdos de piernas de cobre, vientres de lona y huesos quebrados como cristales. Las guerras que vencen con ojivas nucleares, con carne ensanchada y semen huérfano que arde y muere. Sabías que llegaría a barrer el recuerdo, que limpiaría las esquinas de tu espalda y tus fantasmas, sin pisar nunca los intervalos de tus costillas en donde siempre desapareces, como el último espejismo ante el que estrujo los párpados con los puños cerrados y estiro los ojos para ver que brotan pétalos de porvenir.  

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